Los niños diseñados ya son una realidad. Los padres pueden elegir el sexo de sus hijos usando un proceso conocido como selección de espermas, en el cual un técnico puede separar el esperma masculino del femenino ya que éste último posee mucha más ADN y por lo tanto es más pesado. Luego, una mujer es inseminada artificialmente con el esperma del género que ella elija y aproximadamente el 75% de las veces, da a luz el bebé que ella ha elegido. Una encuesta reciente develó que el 60% de los estadounidenses no se siente cómodo con la selección de sexo porque trata a los niños como un producto en lugar de un regalo de Dios que está lleno de sorpresa y asombro. La enseñanza católica también se opone a esta clase de selección de sexo por razones morales adicionales. La Iglesia enseña que la transmisión de la vida humana está ordenada por Dios como resultado de la unión en matrimonio de un hombre y una mujer.4
"El origen de una persona humana es en realidad el resultado de donación. La persona concebida deberá ser el fruto del amor de sus padres. No puede ser querida ni concebida como el producto de una intervención de técnicas médicas y biológicas: esto equivaldría a reducirla a ser objeto de una tecnología científica. Nadie puede subordinar la llegada al mundo de un niño a las condiciones de eficiencia técnica mensurables según parámetros de control y de dominio. La importancia moral de la unión existente entre los significados del acto conyugal y entre los bienes del matrimonio, la unidad del ser humano y la dignidad de su origen, exigen que la procreación de una persona humana haya de ser querida como el fruto del acto conyugal específico del amor entre los esposos. El vínculo existente entre procreación y acto conyugal se revela, por eso, de gran valor en el plano antropológico y moral, y aclara la posición del magisterio a propósito de la fecundación artificial homóloga."5
Hay una segunda forma de producir niños diseñados que, de acuerdo a la enseñanza católica, también utiliza un proceso inmoral. Los científicos pueden producir múltiples embriones en el laboratorio mediante a fertilización in vitro (FIV), luego analizar su composición genética mediante la diagnosis genética de preimplantación (PGD). La ciencia está muy lejos de poder ligar concluyentemente un gene o genes a características complejas humanas como la inteligencia, pero algunos desordenes genéticos, como la fibrosis quística (FQ) son causados por una mutación en un gene que puede ser identificado en el embrión. Los técnicos evalúan los embriones para determinar si tienen el gene de la FQ, descartan aquellos que poseen el gene mutado, e implantan uno o dos de aquellos que están libres de la mutación en el vientre de la madre. Si hay embriones adicionales sin mutación, son congelados para su uso posterior. Este proceso no siempre tiene resulta en un embarazo, pero cuando lo hay, es aproximadamente 100% seguro que los padres darán a luz a un hijo sin FQ. Pero este proceso es intrínsecamente inmoral porque incluye la creación y la destrucción de vidas humanas, reemplaza el acto conyugal e incorpora una intervención de terceros en la concepción.
Los hijos diseñados con inteligencia, estatura, disposición, etc. a pedido son todavía una cosa del futuro porque los genes ligados a estas características no han sido identificados. Mientras que es imposible valorar la moralidad de un procedimiento de un futuro indeterminado, "es difícil imaginar que esto podría ser logrado sin riegos desproporcionados especialmente en la primera etapa experimental, como la gran pérdida de los embriones y el incidente de los contratiempos, y sin el uso de técnicas reproductivas."6 El proceso por el cual actualmente se crean niños diseñados es intrínsecamente inmoral según la enseñanza católica, pero debemos tener en cuenta que cualquier niño resultante de este proceso tendrá la misma posición moral y dignidad que cualquier otro niño. La intención y los medios usados en su creación son irrelevantes para la dignidad y el derecho a la vida que tiene el niño.
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